17 oct 2024
20 de octubre, Eucaristía y comida con misioneros y familiares en la parroquia San Francisco Javier de Lugo
16 oct 2024
Vigilias de Oración del Domund 2024 en Lugo y Lalín
- 18 de octubre a las 20:00 h. en la Parroquia San Pedro de Lugo.
- 19 de octubre a las 20:00 h. en la Parroquia Nuestra Señora de los Dolores de Lalín.
15 oct 2024
"Los misioner@s son la esperaza de que un mundo mejor es posible y para ellos va hoy toda mi gratitud y mi alabanza". Olga Louzao
Ilustrísimo Sr. Obispo,
autoridades, amigas y amigos
En
primer lugar, y con su permiso, me gustaría agradecer a las personas que
pensaron en mí para ser la pregonera del Domund 2024, y que confiaron en que
estaría a la altura de esta enorme responsabilida. De forma especial al padre
Jesús, que ha sido mi contacto directo. Y digo agradecida, no sólo por estar
hoy aquí, que también, sino por haberme permitido ser partícipe de uno de los
actos de la Iglesia marcado por una profunda solidaridad y entrega, sobre todo,
en los tiempos que nos tocan vivir.
Muchos
de ustedes se preguntarán por que yo, y no duden que yo también he esperado esa
respuesta. Quiero pensar que mi paso por la vida pública ha sido un mérito para
este honor, porque también, al igual que los misioneros, con las grandes
diferencias que nos separan, los que nos dedicamos a la actividad política
decidimos un día poner nuestro tiempo y trabajo al servicio de los demás,
intentando con ello mejorar sus condiciones de vida. Al menos esa ha sido mi intención.
Y si eso ha influido a que hoy pueda estar aquí, ante ustedes, no hay duda de
que ha merecido mucho la pena, más de lo que pensaba.
Pero
lo que seguro no saben es que mi primer contacto con el Domund se remonta a
hace ya unas cuantas décadas. Estudié EGB en Colegio Divino Maestro, y fui una
de esas niñas que con 11, 12 años, tenía el privilegio de salir el día del
Domund con la hucha, pidiendo donativos. Uno de esos buenos recuerdos que una
guarda de la infancia. Seguramente en aquel momento no era muy consciente de
qué siginificaba lo que estábamos haciendo o qué repercusión tenía, a pesar de
lo que nos explicaban o contaban en el colegio, pero, para nosotras,era un
orgullo poder participar con aquella pregunta de "¿Nos da una ayuda para el
Domund?" y poder poner la pegatina a quien colaboraba.
Ya han pasado muchos años de aquello y poder preparara este pregón, y participar en las conferencias de los misioneros que acudieron a Lugo a contar sus experiencias, me ha permitido actualizar esos recuerdos y sobre todo, conocer el gran trabajo que realizan y la importancia que tiene todo lo recaudado para que todos sus proyectos se puedan llevar a cabo. Sin esa ayuda, muchos de ellos se quedarían en meras ideas o sin finalizar.
Un
pregón es un acto de alegría, de celebración, de anuncio, pero también, para
mí, en este caso, es la oportunidad de poder poner en valor y de contarles esas
importantes e imprescindibles funcionese de los más de 10.000 misioneros
repartidos por todo en mundo en los más de 1000 territorios. Personas como
nosotros que un día deciden que su papel en el mundo es otro y ponen su vida al
servicio de los demás, a miles de quilómetros de su casa y en territorios con
unas condiciones sociales, económicas y habitacionales muy complicadas, con
idiomas incluso distintos, y ello en nombre de Dios. Personas como nosotros,
sí, pero ya les digo que escuchando los testimonios de estos días del padre
Antonio, y del padre Roberto, una comprueba lo pequeña que se siente ante tal
acto de amor y de entrega. Y eso marca la gran diferencia.
Vivimos
en una sociedad individualista, en la que apenas parece que tenemos tiempo ni
para los nuestros; consumista, en la que nuestra felicidad se mide por las
cosas materiales que poseemos o que aspiramos a tener. Una sociedad repleta de
reproches, de señalamientos, de mentiras e, incluso, violenta, en la que la paz
a la que nos habíamos acostumbrado empieza a resquebajarse. Un mundo convulso,
con cambios y dificultades enormes, pero en el que parece que lo pasa lejos de
nosotros no nos afecta. Y me atravería a decir que hasta cobarde, en la que
preferimos esconder nuestras opiniones y creencias tratando de pasar
desapercibidos, salvo que el anonimato nos acompañe. Y resulta sorprendente que
cuanto mejor comunicados estamos, cuanta más información disponemos, cuantas
más comodidades disfrutamos, sea el momento en que nos sintamos más solos o
incluso, decepcionados, lo que deja en evidencia que todo eso no nos hace más
felices.
Por ello, ¿cómo no destacar a los misioneros y su labor en el mundo que conocemos? Escuchaba a Roberto la semana pasada, misionero indonesio que ahora está en España o al Padre Antonio, que durante años estuvo en República Dominicana, contar sus vivencias personales y los proyectos con los que habían colaborado y lo que habían conseguido en territorios sin apenas recursos económicos en los que la pobreza es una de sus características principales, además de muchas otras complejidades, dejando atrás, seguramente una vida confortable, con la única intención de ayudar a los demás. Y ellos decían que la fuerza para afrontar esas situaciones, en ocasiones, tan difíciles, se la daba su fe y su creencia en Dios, reconociendo que lo que recibían en esos lugares y de las personas con las que compartían su vida era muchísimo más de lo que ellos les podían dar. Personas que ponen su vida al servicio de los demás, a veces, poniéndola incluso en peligro, sin esperar nada a cambio, lejos de su familia, de sus amigos, de su zona de confort. Personas buenas, solidarias y valientes. No tienen miedo ante las dificultades que se les pueden presentar ni a reconocer que lo hacen en nombre de Dios y en representación de la Iglesia. Ellos son la esperaza de que un mundo mejor es posible y para ellos va hoy toda mi gratitud y mi alabanza. Por ellos merece la pena, como dice el lema de este año del Domund, ir e invitar al banquete, porque sin nuestra ayuda, sin nuestros donativos y aportaciones no podrán seguir llevando a cabo su trabajo ni podremos sentirnos parte, de alguna forma, de ese intento de hacer un mundo mejor para todos.
Soy
una persona creyente; mis padres me educaron y trataron de inculcarme los
valores que enseña y representa la fe cristiana y ese quiero que también se
parte del legado que le dejo a mi hijo. Ante muchas situaciones que se han ido
presentando en mi vida, ellos siempre me repetían, y aún lo hacen, que no me
olvide de rezar y de creer, y que trate de ser siempre buena persona. Pero es
verdad que yo también soy una de esas personas que vive todo deprisa, sin
apenas tiempo, y que, a veces, duda y también de sus creencias. Por eso decía
al principio que hoy me siento especialmente agradecida por estar aquí, porque
tener la oportunidad de conocer de primera mano las historias vitales de los
misioneros que han estado en Lugo me ha permitido reencontrarme con mi fe. Si
hay alguien capaz de provocar en las personas esa capacidad de entrega, de
fortaleza, de amor, y ese alguien es Jesucristo, como no sentirse afortunado de
creer en esa fuerza que nos provoca ante las adversidades, esas que tantas
veces no hacen dudar de su existencia. Esta es una de las mejores pruebas de su
presencia, al menos, para mí.
Y esta, creo que también tiene que ser mi misión en un día de celebración como el de hoy: reconocer su trabajo y su dedicación, permitiendo que el evangelio y todo lo que nos enseña llegue a lugares tan lejanos y repletos de dificultades. Y no sólo eso, sino también todos los proyectos sociales, educativos, sanitarios, medioambientales que ellos llevan a cabo, que no serían posible sin nuestro apoyo. Ellos llevan la esperanza a donde ya no existe. Ellos han puesto su vida a disposición de los demás y no hay prueba de amor más grande. Y, como bien se dice, el amor mueve montañas.
No todos
estamos a la altura ni somos capaces de tan grande acto de coraje, generosidad
y convicción, pero sí que es posible que podamos ser misioneros en nuestro día
a día, como decía el padre Roberto. La lección de vida que nos ofrecen, a
todos, a los que creemos y a los que no, y también a los que nos invaden las
dudas, nos tiene que servir para que, en nuestro pequeño rincón, sigamos
intentando dejarlo mejor de lo que lo encontramos. Hagamos esa nuestra misión e
seamos el vivo ejemplo de todos aquellos misioneros que son un ejército de
esperanza en un mundo que parece sentirse perdido.
Feliz Día del Domund a
todos
14 oct 2024
Entrevista a Olga Louzao, pregonera del Domund
“En el colegio, desde quinto hasta octavo, nos daban las huchas el sábado, las teníamos en la casa y el domingo salíamos con ellas. Y después, cuando estábamos en el instituto, durante 2 años fui catequista y en el mes de octubre explicaba en que consistía el DOMUND”.
Sobre el contenido pregón, Olga Louzao podría referirse a la sociedad en la que estamos, “muy rápida, consumista, individualista, y, por lo tanto, necesitada de escuchar testimonios de quienes ponen su vida completamente a disposición de los demás. Eso invita a reflexionar. Creo que se desconoce la labor de los misioneros, que por fe dejan su vida normal para ir a lugares a veces con idioma distinto, con recursos mínimos. Además de la labor religiosa ayudan a mejorar las condiciones de vida de los nativos. Es una forma de contribuir a que esas sociedades puedan avanzar”.
Y sobre el enfoque que le va a dar al pregón, Olga Louzao considera que hay que “poner sentimiento, además de conocimiento, porque al final un pregón es un acto de celebración, de valorar positivamente el bonito trabajo que hacen los misioneros, en contraposición al mundo en el que estamos habituados a vivir. Y si yo puedo ayudar a que eso llegue a más gente, que pueda conocerse más la misión, sería una buena aportación”
10 oct 2024
Olga Louzao, pregonera del Domund 2024
El acto tendrá lugar el lunes 14 de octubre a las 20:30 h. en la parroquia Santiago A Nova. Nos acompañará el coro de la parroquia San Francisco Javier de Lugo.
¡Os esperamos!
Conferencia de Robertus Kardi, misionero Javeriano. Domund 2024
Lema del DOMUND
“Con motivo del Domingo Mundial de las Misiones vengo a compartir con vosotros el camino misionero que estoy realizando. El lema del DOMUND de este año es “Id e invitad a todos al banquete”, salir a invitar a todos con nuestro testimonio de vida a ser discípulo de Jesucristo. Somos discípulos misioneros. No podemos ser cristianos sin ser misioneros. No podemos tener a Jesucristo en nuestro corazón sin tener la responsabilidad de transmitirlo, de anunciar con nuestra vida esta belleza de Jesucristo que hay en nosotros”.
Labor en Indonesia
“Yo he crecido en una Iglesia que tiene el corazón compasivo, solidario y misericordioso. He tenido la gracia de poder acompañar y escuchar a los pobres. En el año 2015-2016 había muchos niños que vivían en la calle en Yakarta, en Indonesia. Muchos de ellos eran hijos de madres solteras. Vivían en la pobreza, no podían estudiar. Su trabajo era pedir limosna a los que pasaban por la calle para ayudar a su madre a comprar un poquito de arroz. Estaban al lado, cerca de nuestra comunidad donde yo estudiaba. Y un día digo: “Estamos aquí en una casa religiosa, misionera, pero hay una realidad que como cristianos no podemos dejar así. ¿Qué tenemos que hacer con estos niños, que no saben leer ni escribir? Son pobres que no tienen otros caminos de vida”. Así que durante una hora, dos veces a la semana, les enseñamos a escribir, a leer. Todos tenían ganas de estudiar y aprovechaban muy bien el tiempo, sabían valorar lo que tenían.
"Un día que les pregunté qué querían ser de mayores, me sorprendió su respuesta: “No nos gusta soñar, no nos gusta ver el futuro, nos duele pensar el futuro. Lo que nos importa es ahora. Después de esta clase vamos a salir a pedir algo ahí, a comprar un arroz y ya está. Terminamos hoy y pensamos en que mañana pediremos algo para sobrevivir”. Me da mucha tristeza pensar en esas personas que no sabían soñar. No eran capaces de hacer lo que es gratis. Como misioneros vemos esta realidad y con todo nuestro trabajo, ofrecemos sueños a quienes no tienen sueños, la dignidad según la voluntad de Jesucristo".
Ser misionero
“Yo tengo la gracia de crecer en la Iglesia de Indonesia, que ama verdaderamente a Dios, que tiene el corazón que es capaz de construir puentes y de escuchar el sufrimiento de los demás como una invitación a hacer algo. Esta es la Iglesia que yo sueño siempre. He crecido en esta Iglesia. Y decidí ser misionero, porque yo he visto una Iglesia de Jesucristo, una Iglesia que ama a Dios y ama a los pobres.
“El primer trabajo de los misioneros es la oración. No hay misión sin oración. Porque hay el riesgo de caer en el activismo, hacer muchas cosas, hacer, hacer, hacer, sin dar sentido a lo que hacemos. La misión de la Iglesia tiene su nombre, su nombre es amor. Este amor es nuestro Dios. A diferencia de lo que hacen las ONG, nuestra misión se llama amor, porque damos toda nuestra vida para vivir, realizar esta misión.
Labor en España
"Acompaño a grupos de jóvenes para que sean instrumentos del amor de Dios, para que vivan la oración como un estilo de vida, como una necesidad de su vida, para que sean instrumentos de la solidaridad, de fraternidad, de compasión. Acompaño grupos misioneros de jóvenes. Tenemos un grupo de allí en Madrid y normalmente hacemos encuentros de formación. Yo preparo algunos temas o de oración".