Un grupo de niños están construyendo un corazón. Sus rostros desvelan, por una parte, que proceden de distintos continentes; por otra, expresan alegría en la tarea. Cada uno hace una cosa distinta y todos se ayudan. Creando este corazón están felices.
El corazón es la expresión del amor que ha de reinar en la humanidad. También los niños, los de aquí y los de allá, han de ser protagonistas de este trabajo conjunto. Todos estamos llamados a arrimar el hombro para construir una humanidad donde haya un solo corazón.