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21 ene 2015

Infancia Misionera ayuda a las niñas marginadas de la India

Los proyectos que financia Infancia Misionera buscan ayudar a los niños y niñas que más sufren, a los más olvidados, a los que son discriminados, a los más marginados. Así Infancia Misionera apoya la labor de la Iglesia india y la de miles de religiosas indias que trabajan con la infancia.

Las niñas de las zonas rurales de la India son discriminadas en todos los sentidos desde que nacen, empezando porque se les priva de cualquier oportunidad de educación y formación. Por eso, de los cientos de ayudas enviadas a la India por Infancia Misionera cada año, la mitad van dirigidas a ellas, a estas niñas olvidadas.

En Dibrugarh, al este de India, se han financiado nueve proyectos que tienen como objetivo la escolarización de las niñas, su educación, su alimentación, su dignidad. Proyectos destinados al colegio San Pablo de Jengraimukh, al internado de la Iglesia de San Pedro de Ornalpur, o a las casas de acogida de las religiosas de María Inmaculada en Uriaghat, Tinsukia y Jagun. A las casi mil niñas acogidas en estos verdaderos hogares – algunas por ser huérfanas, otras en régimen de internado durante el curso – se les enseñan valores, sobre todo el de la igualdad ante Dios y ante los hombres, y tienen acceso a una educación. La lucha contra el analfabetismo es el primer paso, porque en la mayor parte de las aldeas sólo una de cada cinco mujeres sabe leer y, en algunas, sólo una de cada veinte. Se trata de que su destino no sea irremediablemente recoger hojas de té en las interminables colinas cubiertas de verdes arbustos. Es el famoso té de Assam, recogido a mano, hoja a hoja.

En Disobai, a 200 kilómetros al sur de Dibrugarh, se ha comenzado a construir un hogar que acogerá a 100 niñas de las tribus que habitan las selvas cercanas. Este año se invertirán 20.000 euros, pero al tratarse de la única posibilidad que tienen estas niñas de la zona de poder formarse, se espera que la casa se amplíe año a año. Un hogar parecido se ha empezado a construir en Niuland. Aunque muchos de los habitantes de esta población eran católicos, la misión no se abrió hasta el año 2009. La Iglesia católica en la zona ha creado un programa para aliviar la pobreza extrema que sufre la gente. Este hogar para niñas forma parte esencial del programa porque es la población femenina la que más sufre los efectos de la pobreza.


Con las ayudas de Infancia Misionera se trata de dar voz a tantas niñas que hoy no la tienen.