Este domingo 19 se celebra la Jornada del Domund, cuyo lema es "Misioneros de esperanza entre los pueblos". De los 27 misioneros de la Diócesis que se encuentran repartidos por todo el mundo, le hemos pedido a dos de ellos que nos envíen un testimonio misionero para esta Jornada los cuales compartimos:
- P. Odilo González, misionero Pasionista en Perú.
Lo que en España, por
ejemplo, aparece como noticia de primera plana, en la pastoral latinoamericana
es algo común y corriente. Me refiero a los Animadores de nuestras comunidades
dispersas por el territorio de la Misión.
Al
poco tiempo de clausurarse el Concilio Vaticano II, comienza una nueva era para
nuestra pastoral. Se promueve y se lleva a cabo todo un esfuerzo para dotar a
nuestras comunidades o poblaciones de personas laicas o seglares cuyo objetivo
es animar, evangelizar y acompañar al pueblo al cual pertenecen.
Esos
hombres o mujeres se comprometen voluntariamente a la noble misión de compartir
la fe y la esperanza con sus vecinos. De manera individual o formando equipo,
se responsabilizan del culto y demás servicios pastorales en sus capillas
respectivas.
Durante
el año el sacerdote párroco visita periódicamente a cada comunidad, celebrando
la Eucaristía y administrando el Sacramento de la Penitencia. Todo lo demás
corre a cargo de los Animadores.
Cada
cierto tiempo hay retiros y encuentros entre ellos mismos, animados por la
presencia del sacerdote o religiosas misioneras. De esta manera se mantiene el
espíritu misionero y comunitario de nuestra fe.
Leer
estos días que en una diócesis de España, por escasez de sacerdotes, el señor
Obispo ha nombrado a una mujer para responsabilizarse del servicio pastoral de
siete comunidades parroquiales, lo que parece ahora una novedad en aquellas
tierras, en nuestros territorios de la Misión peruana es el pan de cada día y
uno de los grandes logros de nuestra pastoral misional.
Una
vez más, hemos de admitir que Europa y el suelo español se están convirtiendo
en tierra de mision. ¡A trabajar se ha dicho!
- P.
Ismael Piñón, misionero Comboniano en México
Cuando
me pidieron que dejara el Chad, misión en la que trabajé durante casi 15 años,
para venir a México a hacerme cargo de nuestras revistas misioneras me
preguntaba: “¿Y qué voy a hacer yo en México?”. En Chad estaba trabajando en
una parroquia y llevando adelante el hermoso proyecto de la construcción de una
escuela para unos 300 niños de la zona. Dejar el trabajo pastoral para meterme
en una oficina y editar una revista se me hizo difícil.
Al llegar a México y conocer la
realidad del país, su gente, su gran religiosidad y su espíritu misionero, me
alegré, porque poco a poco me fui dando cuenta de que, a través de las revistas
‘Esquila Misional’ y ‘Aguiluchos’, de nuestras publicaciones en internet o a
través de las redes sociales, también podía sentirme misionero. Mucha gente nos
escribe agradeciéndonos el mensaje que transmitimos a través de nuestros medios.
México es un país que sufre mucho la violencia en todas
sus formas: violencia contra la mujer, extorsiones, secuestros, asesinatos,
discriminación de las poblaciones indígenas o afromexicanas, etc. A través de
la prensa misionera o de nuestra presencia en las diferentes parroquias somos
como una luz de esperanza para tanta gente que sufre.