Bienvenidos, hermanos, a esta
celebración misionera. Se cumplen cien años de la encíclica misionera Maximum
illud, del Papa Benedicto XV, la cual supuso un fuerte impulso al
compromiso misionero. Por tal motivo, el Papa Francisco nos ha invitado a
celebrar este Mes Misionero Extraordinario que hoy comenzamos, bajo el lema
“Bautizados y enviados: la Iglesia de Cristo en Misión en el mundo”.
El Mes Misionero
Extraordinario quiere ser el inicio de una aventura de fe, de oración, de
testimonio, de caridad y de compromiso, que debe llevarnos a todos a un
renovado compromiso con la misión de la Iglesia y con las misiones.
Hoy comenzamos el Mes
Misionero Extraordinario en oración con toda la Iglesia, en este día en que
celebramos la festividad de Santa Teresita de Lisieux, patrona de las misiones,
junto con San Francisco Javier, quien, desde su convento de clausura como monja carmelita, nos ha dejado un precioso mensaje
misionero. Sin salir de su convento, se convirtió en una verdadera
misionera que nos enseña aún hoy la importancia de la colaboración
espiritual con las misiones.
Santa Teresita tuvo un enorme amor por las misiones, ya desde su infancia.
Siempre se identificó con los misioneros, y, después de la lectura de la vida
de Teófano Venard, mártir en Tonkín, escribió: “Mi alma se parece a la suya”.
Mantuvo el contacto epistolar con un seminarista de los Padres Blancos y con un
misionero en China y rezaba constantemente la novena a San Francisco Javier. Su
constante preocupación por las misiones le llevó a decir: "Quisiera ser misionera ahora y siempre y en todas las
misiones."
Santa Teresita nos enseña que
la oración es una forma poderosa de cooperar con las misiones, pues es el don y la fuerza que necesita la Iglesia para desarrollar la
labor misionera cada día. Los misioneros nos piden
constantemente esa ayuda de la oración, de la que ellos mismos obtienen la
fuerza para el quehacer de cada día. Al rezar también pedimos por las
comunidades con las que viven y por sus necesidades, como hermanos de una misma
familia.
Así pues, hermanos, comenzamos
este Mes Misionero Extraordinario bajo la guía de Santa Teresita de Lisieux y
rezando en este convento de oración de las Madres Clarisas de Monforte, por las
misiones y por todos los misioneros. Pedimos al Señor que de nuestra Iglesia
diocesana de Lugo sigan saliendo misioneros y que a nosotros nos haga
colaboradores de las misiones.
Es necesario tener un corazón grande
para amar. Por ello, comenzamos cantando, al tiempo que exponemos el Santísimo
para sentir su presencia cerca de nosotros.