Es una gran verdad: no hay Iglesia misionera
sin el testimonio misionero de parte de sus miembros y sin la caridad misionera
de todos. Una Iglesia que no envía a la misión más allá de sus fronteras y que
no colabora o lo hace muy escasamente con las misiones no es una Iglesia
misionera. Por eso, la diócesis de Lugo agradece el testimonio de los 43
misioneros que siguen repartidos por el mundo. Todos ellos siguen encarnando el
Evangelio en la vida de las personas y de los pueblos, continúan anunciando a
Jesucristo para llevarlo al corazón de aquellas gentes y haciendo un mundo más
justo, luchando por el derecho de los pobres, los huérfanos, los niños de la
calle, los indígenas, los que sufren las consecuencias de las calamidades
naturales y de las guerras, los moribundos, y tantas situaciones de extrema
pobreza y sufrimiento. Todos ellos han sido enviados por la Iglesia local de
Lugo, además de sus distintas congregaciones religiosas. Me gustaría que no los
olvidásemos. En la celebración que tendremos el día 26 de octubre en Mosteiro y
en Suegos, les recordaremos, así como también el testimonio de San José María
Díaz Sanjurjo, natural de ese ayuntamiento y misionero dominico, obispo y
mártir en Tonkín, que este año se cumplen 201 años de su nacimiento. Todos
estamos invitados a esta celebración de la memoria misionera.
Por otra parte, el día 20 de octubre celebramos
la campaña del Domund. Es una llamada a la responsabilidad de todos los
cristianos a colaborar económicamente con las misiones, para crear una red de
solidaridad entre las iglesias. Con nuestra aportación económica, apoyamos a
los misioneros en su labor evangelizadora, desarrollada entre los más pobres.
Nuestra diócesis puso el año pasado 75800 euros en esta campaña a las Obras
Misionales Pontificias, para que los reparta entre los territorios de misión
que han pedido ayuda a la Iglesia universal. Es una pequeña aportación que se
une a otras muchas de toda la Iglesia, y que debe salir de nuestro sacrificio,
de nuestro amor por las misiones y de nuestra ansia misionera.
La diócesis de Lugo seguirá siendo una Iglesia
misionera si continúa enviando a algunos miembros a la misión, agradece su
labor y si colabora con todos ellos mediante la solidaridad económica.