La misionera seglar Mª Carmen Rodríguez presenta su
experiencia
“Cambia, todo cambia...” que dice la canción
“pero no cambia mi amor” ni
la misión, aunque todo sea
diferente.
Todo son contrastes,
que aquí parecen más evidentes, más a la vista. Pasé
del Norte al Sur, del invierno
(salí el 21 de diciembre) al
verano, al día más largo del
año, del norte de España al
centro-sur de Angola, de un
instituto de Secundaria a la
llamada formación “informal”, quizás la que más
educa, a “escolinhas” que
comienzan a los 3 años, con
jóvenes, y a aulas al aire libre con mujeres que abandonaron la escuela, algunas hace muchos años, de un país envejecido a otro muy joven. ¡Nunca había visto tantos niños! Angola es un país rico, pero hay muchos pobres. Tiene hermosos paisajes, pero muchos llenos de basura y mosquitos. Me viene a la cabeza muchas veces
la frase que Viktor Frankl pone en boca de un compañero prisionero de los nazis al
ver una puesta de sol: ¡Qué bonito podría ser el mundo! Por eso tenemos que luchar
para que lo sea.
También es diferente el ambiente eclesial. Angola es un país comunista en el
que al saludarse, y son muy educados y protocolarios, se dice que estamos bien
“gracias a Dios”. Y llegué en Navidad, lo que supuso una preciosa bienvenida. Angola es un país acogedor por tradición y cultura. Tanto en las escuelas como en las
iglesias cantan y dicen palabras de bienvenida. Y a Misioneros Seglares Vicencianos
(Misevi) y las Hijas de la Caridad nos aprecian mucho, por lo que somos aún más
bienvenidos.
La lengua también es diferente. En Lobito la mayoría de la población es de
origen bantú y lengua “umbundu”, que para nosotros es dificilííísima. Menos mal,
para nosotros, que el portugués es la lengua vehicular, que casi todos hablan y comprenden en mayor o menor medida. Me ha ayudado mucho saber portugués y haber
aprendido algo de la historia, cultura y literatura del país antes de venir porque me
permite confraternizar con este pueblo. Además, los angoleños se sorprenden y
aprecian que podamos comunicarnos. A los pocos días de llegar me preguntaron
cómo era posible que hablase portugués ¡¡si solo había estado unos días en Angola!!
La verdad es que hay que hablar su lengua por inculturación, no solo a nivel religioso,
aunque eso también es necesario.
Es importante dejarse sorprender, tener la mente y el corazón abiertos y saber
acoger las diferencias. Muchas veces hablamos de ser creativos. Y lo intentamos,
aunque siempre tenemos tendencia a acomodarnos. En eso, aquí nos dan mil vueltas. Sigue siendo cierto eso de que cuando crees que vienes a “ayudar”, como mucho a compartir tu vida, recibes tú más. Y eso, nos hace ver también de forma diferente cómo vivir la misión en nuestros ambientes.
He venido a Lobito con una licencia laboral temporal para colaborar en Cooperación al Desarrollo en una ONGD, en mi caso MISEVI. Existe esta posibilidad desde
2016, aunque las comunidades autónomas aún están legislando cómo llevarla a la
práctica. Es una licencia a la que se pueden acoger funcionarios por un máximo de
6 meses cada 2 años. Por ser licencia, no excedencia, continuamos cotizando. La
asociación me “envía” además a realizar una labor en concreto, en mi caso ser “formadora de formadores”. Lo comento porque es una nueva vía, que abre otras posibilidades para tener una experiencia de misión ad gentes.
En este mundo “comunicado”, para los que pueden pagar, seguir en contacto
con los misioneros ad gentes es fácil. Podemos saludarnos, charlar, abrazarnos on
line, y está bien esta comunicación, que, aunque a veces desde aquí nos disperse
de otras preocupaciones, también ayuda... pero cualquiera sabe, y más desde que
apareció el Covid, que no hay nada como abrazar de verdad y no virtualmente. Pues
eso, un abrazo fraterno.
María Carmen Rodríguez Esperante
Fuente: revista A Nosa Voz