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En la oración de hoy, volvemos nuestra mirada y nuestro corazón a Oceanía, un continente lejano a nosotros en la distancia, pero cercano en el amor a Cristo. Un continente con apenas 29 millones de habitantes, de los cuales 8 millones son católicos.
Este continente de las innumerables islas, es la cuna de la religiosa
australiana santa María de la Cruz, fundadora de las Hermanas de San José y del
Sagrado Corazón a finales del siglo XIX, que dedicó toda su vida a atender a
los más pobres y que fue canonizada por el Papa Benedicto XVI en el año 2010, y
del beato Peter To Rot, de Papúa Nueva Guinea, catequista laico que murió
mártir por su fe cristiana, siguiendo a Jesús en 1945. Fue beatificado por Juan
Pablo II en Papúa Nueva Guinea en 1945.
El testimonio de ambos es una clara «señal de esperanza» para mirar el
continente del Pacífico con la certeza de que la distancia no disminuye nuestra
gratitud a Dios por la vitalidad de sus comunidades cristianas.
Evangelio: Jn 10, 16-18
Tengo, además, otras
ovejas que no son de este redil; también a esas las tengo que traer, y
escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño y un solo pastor. Por eso me ama el Padre, porque pongo mi vida
para volverla a tomar. Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo.
Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento
recibí de mi Padre.
Oceanía nos transmite
el pilar de la misión de la acogida (ponemos
en el panel la palabra “acogida”). La iglesia de ese continente acoge la
cultura aborigen. Se inculturiza en su pueblo, en sus costumbres. Nos enseña
que nosotros hemos de acoger la cultura, las costumbres de nuestra tierra para
poder evangelizar.
Oceanía ha acogido la
Jornada Mundial de la Juventud del año 2008. Signo de los frutos de esa Jornada
es esta estola (el sacerdote pone la
estola de la JMJ Sidney 2008). De Oceanía ha salido un nuevo impulso
misionero, gracias a esta Jornada Mundial de la Juventud. Acojamos este impulso
misionero.
“Gracias” desde… Oceanía
“Saludos de los
seminaristas diocesanos del Seminario del Espíritu Santo, en Port Moresby. Sin
vuestra generosidad no habríamos podido completar con paz nuestra preparación y
estudios anuales. Nos damos cuenta de que os mueve vuestra sensibilidad hacia
nuestra formación. Por eso, os manifestamos a todos nuestra estima por lo que
habéis hecho para ayudar a las Iglesias locales de Papúa Nueva Guinea y las
Islas Salomón, ofreciendo subsidios para la capacitación e instrucción de los
seminaristas. Humildemente os expresamos nuestro reconocimiento por vuestra
ayuda constante en forma de cooperación económica, de oración y de otros modos,
y rezamos para que el buen Dios bendiga abundantemente y dirija el curso de
vuestra misión en los próximos años”. (Testimonio
de Joseph Tinake, Kenneth Torogory y John Cowan, seminaristas de Papúa Nueva
Guinea).
Peticiones
·
Por iglesia de Oceanía. Para que camine con esperanza bajo el amparo de
santa María de la Cruz y del beato Peter To Rot. Roguemos al Señor.
·
Por los seminaristas y novicios del continente de Oceanía. Para que su
formación espiritual e intelectual fructifique en frutos de amor. Roguemos al
Señor.
·
Por el aumento de vocaciones nativas en Oceanía. Que Cristo, el Buen Pastor,
siga cuidando su rebaño con nuevas vocaciones en ese continente. Roguemos al
Señor.
·
Por todas las comunidades parroquiales, religiosas y por todos los grupos
cristianos de Oceanía. Para que, a ejemplo de santa María de la Cruz y del
beato Peter To Rot, acojan a los pobres en su seno. Roguemos al Señor.
·
Por los frutos entre los jóvenes de la Jornada Mundial de la Juventud de
Sidney. Roguemos al Señor.
·
Por nuestra diócesis de Lugo. Para que el ejemplo de acogida que nos da la
iglesia de Oceanía cunda en nuestras comunidades. Roguemos al Señor.
·
Por nuestra comunidad parroquial. Para que seamos una parroquia acogedora.
Roguemos al Señor.
·
Por todos nosotros. Para que en nuestro corazón no existan fronteras que
nos impiden amar a los de lejos. Roguemos al Señor.
Oración final
Señor, te rogamos
por nuestros hermanos y
hermanas
que han respondido sí
a tu llamada al
sacerdocio,
a la vida consagrada
y a la misión.
Haz que sus existencias
se renueven de día en
día,
y se hagan evangelios
vivientes.
¡Señor misericordioso y
santo,
sigue enviando nuevos
operarios
a la mies de tu Reino!
Ayuda a los que has
llamado
a seguirte en este
tiempo nuestro;
haz que, contemplando tu
rostro,
respondan con alegría
a la maravillosa misión
que les has confiado
por el bien de tu Pueblo
y el de todos los
pueblos.
Por Jesucristo, nuestro
Señor.
Canto:
Santa María de la esperanza
mantén el ritmo de nuestra espera.
Mantén el ritmo de nuestra espera.