Cumplo con el encargo de contribuir en la campaña del
DOMUND, con mi pequeño aporte escrito.
Soy una misionera que pertenezco a la Congregación de
Carmelitas Misioneras Teresianas, Fundadas por el P. Francisco Palau y Quer, de
la Orden de Carmelitas Descalzos.
Nuestra Sede es en la calle Arturo Soria 226 Madrid.
Hace 31 años
que llegué al Paraguay, desempeñé mi labor misionera en un principio, en el
pueblo de Pirayú a unos 46 Km. De la Capital del país; allí Dios Padre-Madre de
mi vida permitió que mi apostolado fuera rico y variado y como diría el apóstol
con pagas extraordinarias, en sufrimientos y entrega, pero también en gozos y alegrías
abundantes, compartiendo con el pueblo, el mensaje de la Buena Nueva de
Jesucristo, con esa gente sencilla, maravillosa me cupo la dicha de ejercer
como párroco durante cinco años, por la falta de sacerdotes en la Diócesis a la
que pertenecíamos; años maravillosos en
los que tuve que intensificar la intimidad con el Supremo Pastor de nuestras
vidas Cristo el Señor, dejándome cargar sobre sus hombros para alivianar mi
cansancio, moral, espiritual, corporal; pero también fueron años de
experiencias profundas que no se pueden cambiar por nada del mundo. Como diría
nuestro Fundador “Tú sabes Iglesia Santa que si vivo, vivo por ti, mis fuerzas
se dirigen a servir a la Iglesia.” Cuando Dios me llama, nada hay de cuanto se
me pone delante por horrible y desagradable que sea que no lo salte y
atropelle.”(Francisco Palau y Quer)
La oración, la vida espiritual, la unión íntima con
Dios y la Virgen, son los pilares que sostienen la vida de todo misionero/a y con mucha más razón la vida de
la Carmelita Misionera Teresiana.
Desde muy temprana edad yo soñaba con darme a los demás,
quizá me ayudó que desde mi infancia vivía en el hogar con mis padres y
hermanos, “la solidaridad del darse”.
Ya adolescente pensé en la vida consagrada, bien veía
yo que no era el único camino que
colmaría mi sed de entrega, pero me parecía un de los muy válidos, ya que
la entrega a los demás seria sin
obstáculos, familiares u otros que se me podrían poner en el camino y fue así
que a los 19 años el Señor, me consagró en el Carmelo Misionero Teresiano.
“Jóvenes no teman entregar la vida por Cristo.” Yo
les digo que vale la pena, el dejarte enamorar por Cristo es lo más grande que
le puede pasar a una persona. “Cristo vale la pena, luchemos por El.” Nos dice la canción, y se lo afirmo yo que
llevo, 54 años de consagración.
Hace 22 años estoy en un pueblo (Paso Yobai) muy al
interior del país, compartiendo, con otras hermanas nuestras vidas con los p
obres más pobres de la sociedad, indígenas y campesinos, no excluimos a las
otras personas todos para nosotras son parte nuestra, pero estos primeros son
los que de verdad llena nuestras vidas. Difícil en un escrito expresar lo que
suponen algunos días vívidos compartidos con estos hermanos, estar cerca de los
desheredados de la tierra, supone mucho dolor moral, y mucho desamparo por
falta de ayudas en las que confiar, la impotencia, a veces nos zarandea, es fuerte pero es ahí cuando los
misioneros necesitamos de todos ustedes, de su oración y apoyo moral, para que
nos sepamos abandonar en la providencia de Dios y desde El actuar.
La entrega al Cristo total,” Iglesia Dios y los prójimos
“Está muy ligada a nuestro compromiso
con los pobres, los que no cuentan. El vino para dar la vista a los ciegos, sanar,
leprosos, dar de comer al hambriento “tu fe te ha salvado” etc. etc. “Se de
quien me he fiado “dirá el apóstol Pablo. Para que esto se haga realidad en la
vida de cada misionero, n necesitamos, de la oración y el apoyo incondicional
de todos los bautizados, todos y cada uno de ustedes; y claro como las
necesidades son tantas no podemos llevar el Evangelio a todos los rincones
donde nos encontramos sin el aporte material que cada uno según sus
posibilidades deben contribuir, ese granito de arena hará que se cumpla el milagro
de la multiplicación, no lo olviden, ustedes son nuestros para rayos ayúdenos a
seguir en la brecha es muy importante la moneda
de la viuda, en este DOMUND 2013
María la Mujer Misionera por excelencia les
retribuirá con creces, y les inundara de la felicidad que se siente al dar y
darse. Necesitamos de la fuerza de todos ustedes para vencer nuestras
debilidades.
Con abrazos y
la unión de todos en la oración, les esperamos
H. Rosalia Garcia(Española y gallega)