El P. Odilo es miembro de la Congregación de los Padres Pasionistas. Lleva en Perú desde 1989, y actualmente está en Yurimaguas (Perú).
EL
CAMINO DEL MISIONERO
No los caminos, sino el camino.
Es el mismo de Jesús: O sea, Jesús mismo.
Lo que pasa es que ese camino que es Jesús tiene diversas y
múltiples variedades.
Pero siempre es el mismo.
Jesús camina por tierra, mar y aire.
Allí donde respira un ser humano, allí está él.
También Jesús transita por la selva amazónica del Perú.
Allí (aquí) también
alarga sus pasos para llegar pronto al herido del camino.
Y lo hace a través de trochas y veredas, de bajos y
colinas, en carro o a pie.
No importa el barro o las inclemencias del tiempo.
Lo importante es el corazón que mueve montañas y
obstáculos.
Jesús es ese camino, a veces empinado, por donde avanzan
sus enviados.
Los misioneros somos así.
El fuego de Pentecostés, en los albores de la Iglesia,
sigue calentando corazones y hace que el desafío de Jesús “vayan y anuncien”
siga provocando voluntades y compromisos.
Ser misionero es andar el mismo camino de Jesús, es decir,
hacerse camino con el Maestro.
Es Él quien abre paso.
Nosotros le seguimos y nos dejamos contagiar por su fuerza
evangelizadora.
Le prestamos nuestros pies para andar, nuestros brazos para
abrazar, nuestros ojos para ver, nuestros oídos para escuchar, nuestro corazón
para amar.
No hay nada ni nadie que pueda impedir seguir a Jesús
cuando Él llama y elige.
“Ven y sígueme”.
Tres palabras que arrullan el alma y convierten en cielo el
“sí” del elegido.
Este es mi testimonio misionero cuando el 15 de octubre
esté cumpliendo mis 26 años en la Misión Pasionista del Perú.
P. Odilo González, c.p.