“Son exactamente las 14, 30 h de Guatemala; las 21, 30 de España. Un sol radiante entra por mi ventana. Encima de la mesa donde estoy escribiendo tengo clavada en la pared la preciosa cruz de madera y arcilla que el señor obispo de Lugo, don Alfonso Carrasco, y su delegado de misiones, don Jesús Santiago, me entregaron en la parroquia de Santiago A Nova el día de mi envío a la Misión. Cuando dejé Guatemala, hace 20 años, la principal radio católica de Guatemala, Radio Estrella, transmitió un programa de mi despedida realizado con algunos hermanos del Ministerio de Misiones de la Renovación Carismática. Me impresionaron, sobre todo, las palabras que me dirigía el presentador, en directo, en nombre del pueblo de Guatemala: «P. Damián, usted vino hace cinco años para evangelizar Guatemala, enviado desde España; ahora nosotros lo enviamos, desde Guatemala, a evangelizar España». ¡Y tanto que a evangelizar España! Por cierto, ese día del programa era el día de mi cumpleaños, ocasión que aprovecharon también para felicitarme y cantarme las tradicionales Mañanitas. El programa me lo grabaron en una cinta, y el grupo del Ministerio de Misiones me la entregaron en el aeropuerto.
Además de la cruz en la pared, tengo un cuadro de la Virgen a mi lado derecho; una bella imagen con una paloma que, con sus rallos de luz, cubre por completo el seno sagrario de María. Se trata de un cuadro que todavía se conservaba en la misma habitación que yo ocupaba hace 25 años. De inmediato, exultante como quien ha encontrado un tesoro de gran valor, me la traje a mi habitación. Por cierto, ésta que tengo ahora es más pequeña, de dos metros de anchura por 4 metros de largo, con cuarto de baño y lo más indispensable para poder arreglarme de día y de noche; todo muy humilde, pero suficiente. Esta larga presentación es para contestar a los curiosos que me han rogado que les mande algunas noticias mías un poco más personales.
Desde que he llegado a Guatemala, los compromisos de animación misionera no cesan de multiplicárseme; casi son diarios. Sólo en la Ciudad de Guatemala existen 53 asociaciones y movimientos apostólicos registrados en el arzobispado, con una actividad laical impresionante. Yo pensaba que, después de 20 años, la fe de este pueblo hubiera aflojado bastante; todo lo contrario: los fines de semana las parroquias y los grandes centros de los movimientos apostólicos se ponen en acción. Cerca de nuestra casa se encuentra un anfiteatro de la Renovación Carismática Católica, con capacidad para 13 000 personas. Pues bien, algunos fines de semana no podemos dormir, porque varios grupos de adultos o de jóvenes –de la Renovación o no– hacen vigilias de oración delante del Santísimo durante toda la noche, y esto ya parece una gran discoteca al aire libre…, pero los perdonamos, y los aguantamos, porque sus ruidosos escándalos no son otros que gritos de alabanzas al Señor Eucaristía –oraciones y cantos–, no gritos de jóvenes alocados por una música ensordecedora, los bailes eróticos, el alcohol y las drogas…
Llama mucho la atención cómo en Guatemala, igual pobres que ricos, tienen la costumbre de reservar cada mes parte de su dinero para poder asistir a encuentros y retiros espirituales (desplazamientos, alojamiento, alimentos y gastos varios que ello supone); algunos, incluso, pagan el diezmo de lo que ganan para ayudar a Cáritas, misiones, sus parroquias o para sus propios Movimientos y Asociaciones. Además, no les importa gastar en libros; los que nosotros publicamos en la Casa Comboni –alguno con 15.000 ejemplares editados, como el de ‘Llamados a la Misión’, se venden con facilidad. Todos estos Movimientos tienen sus propios espacios para reunir a varios miles de fieles, como por ejemplo los Cursillos de Cristiandad, los Focolares o la mencionada Renovación Carismática. Los mismos integrantes de estos grupos sostienen estos Centros. Los párrocos, sacerdotes, religiosos y misioneros acudimos a estos Centros masivos para dar enseñanzas, predicar retiros, celebrar la Eucaristía, que normalmente éstas pasan de la hora y media (como en España, ¿no?). Bueno, éstas son algunas de mis apreciaciones después de un mes en Guatemala. Otro día os contaré cómo funciona la Escuela para Evangelizadores en nuestro Centro Casa Comboni. Mi cariño y mi bendición para todos”.