“En el colegio, desde quinto hasta octavo, nos daban las huchas el sábado, las teníamos en la casa y el domingo salíamos con ellas. Y después, cuando estábamos en el instituto, durante 2 años fui catequista y en el mes de octubre explicaba en que consistía el DOMUND”.
Sobre el contenido pregón, Olga Louzao podría referirse a la sociedad en la que estamos, “muy rápida, consumista, individualista, y, por lo tanto, necesitada de escuchar testimonios de quienes ponen su vida completamente a disposición de los demás. Eso invita a reflexionar. Creo que se desconoce la labor de los misioneros, que por fe dejan su vida normal para ir a lugares a veces con idioma distinto, con recursos mínimos. Además de la labor religiosa ayudan a mejorar las condiciones de vida de los nativos. Es una forma de contribuir a que esas sociedades puedan avanzar”.
Y sobre el enfoque que le va a dar al pregón, Olga Louzao considera que hay que “poner sentimiento, además de conocimiento, porque al final un pregón es un acto de celebración, de valorar positivamente el bonito trabajo que hacen los misioneros, en contraposición al mundo en el que estamos habituados a vivir. Y si yo puedo ayudar a que eso llegue a más gente, que pueda conocerse más la misión, sería una buena aportación”