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3 abr 2020

Ana López, misionera lucense. "Laicos para una Iglesia Misionera"

En este último número de la revista "Misioneros Tercer Milenio", además de las múltiples artículos que tiene; en la sección "Informe. Laicos para una Iglesia Misionera" nos habla Ana López, misionera laica lucense que estuvo en Bolivia y Honduras durante doce años. Ahora está en España. Fue al Congreso Nacional de Laicos, que acogió Madrid a mediados de febrero, y que ha buscado ser un antes y un después en el protagonismo de los seglares en la Iglesia y en medio de la sociedad. También en los territorios de misión. Los más de 2.000 participantes pudieron escuchar la voz de quienes han vivido experiencias de verano y de larga duración, y sus reivindicaciones para sentirse aún más enviados por sus comunidades locales.
Intervención de Ana:
 Ana aborda qué supone para un laico adentrarse en una aventura ad gentes de larga duración. No en vano, Bolivia y Honduras han sido durante doce años la casa para esta seglar vicenciana. “He acompañado y he sido acompañada. Nuestro carisma y nuestra experiencia se dirige a los espacios de exclusión, allí donde nadie quiere estar”, resume esta gallega sobre su entrega. Corresponsabilidad real Convencida de que, “sin los laicos, la Iglesia misionera no podría desarrollarse hoy por hoy”, aclara que “en MISEVI apostamos por la misión compartida, esto es, por la corresponsabilidad de laicos y religiosos, que va mucho más allá de un reparto de tareas, para vivir en comunidad. Es fácil definirlo, pero es más complejo hacerlo vida”. En esta misma línea, detalla que “no somos cooperantes, somos misioneros. La diferencia es la motivación: a nosotros nos mueve la fe. Si me quitas a Dios, que es mi fuerza y mi energía, no podría estar en una prisión de un país como Bolivia. En los espacios donde yo me he movido, las ONG no quieren estar, porque no se ven resultados inmediatos”. De la misma manera, tiene claro que “no hay dos laicos misioneros iguales; cada uno aporta lo que es y lo que tiene. En unos casos se va en familia a la misión; en otros, con una comunidad de origen; y también, solos. Los seglares estamos haciendo que se abra la mente a nuevas formas de presencia”. Actualmente MISEVI cuenta con 250 socios y cinco laicos en misión. En este sentido, siente que ha abierto camino, en cuanto que fue la primera misionera laica de la diócesis de Lugo: “También somos signo que interpela a nuestra sociedad. Yo dejé el trabajo en una constructora para marcharme a la otra punta del mundo. Cuando me fui, me tacharon de loca por tener una carrera y un empleo fijo, y dejarlo todo. De alguna manera, estoy segura de que les impactó, y provoqué que mi entorno se replanteara su escala de valores”.
 Un eco similar generó en América Latina a su llegada. “¿Qué hace usted acá siendo licenciada?”, le preguntaban, acostumbrados a ver solo a religiosas y sacerdotes. De ahí que considere que el valor añadido que puede ofrecer un seglar a la misión pasa por la ejemplaridad de una vida que se mueve en las mismas coordenadas que el pueblo con el que convive: “Yo hablo de mi fe cuando ha pasado el tiempo de convivencia con la gente, cuando has sembrado el campo de la confianza y está preparado para acoger tu testimonio. No hay que precipitarse. El testimonio de vida en el día a día es de lo que se sirve Dios para llegar al corazón del otro”. Entre los aspectos que mejorar en cuanto a la presencia misionera del laicado, cree que urge profesionalizar aún más el trabajo, sin perder “desde dónde lo hacemos, que es lo que nos diferencia del resto de entidades”. Sin embargo, lo que más le preocupa es la ausencia de una red que sostenga al laico cuando retorna, tal y como tiene a su regreso cualquier consagrado por parte de su congregación, o un sacerdote de la mano de su diócesis. “He estado más de una década fuera y he tenido que volver a casa de mis padres”, confiesa, a la vez que reivindica una mayor protección a la hora de salvaguardar la cotización en la Seguridad Social y en materia sanitaria. “Estamos vendidos. Debemos tener conciencia de que toda la comunidad católica es responsable de los misioneros laicos”. Y comenta sin perder el buen humor: “Le damos un trabajo extra al Espíritu, tanto a la ida como a la vuelta”.

Compartimos con vosotros la revista, para que además de ver el articulo dónde aparece Ana, le echéis un vistazo a las demás secciones: